- Sábado (vísperas): 20:00 h.
- III Domingo de Cuaresma: 10:00, 11:30 y 13:00 h.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 4, 5-42:
En
aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamado Sicar, cerca del
campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús,
cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.
Llega
una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:
“Dame
de beber”.
Sus
discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La
samaritana le dice:
“¿Cómo
tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (porque los
judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús
le contestó:
“Si
conocieras el don de Dios y quién es el que te dice ‘dame de beber’, le
pedirías tú, y él te daría agua viva”.
La
mujer le dice:
“Señor,
si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú
más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus
hijos y sus ganados?”.
Jesús
le contestó:
“El
que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le
daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en
un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”.
La
mujer le dice:
“Señor,
dame esa agua; así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo
que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros
decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”.
Jesús
le dice:
“Créeme,
mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que
conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya
está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y
verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo
adoran deben hacerlo en espíritu y verdad”.
La
mujer le dice:
“Sé
que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo”.
Jesús
le dice:
“Soy
yo, el que habla contigo”.
En
aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los
samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días.
Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
“Ya
no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él
es de verdad el Salvador del mundo”.
Palabra
del Señor.