La vida cristiana es una continua acción
de gracias. Lo primero que le tengo que agradecer a Dios es
por mis padres y por aquel 8 de septiembre de 1982, en el que en la Parroquia
de San Juan de Ávila de Ciudad Real me llevaron a bautizar. El
Sacramento del Bautismo es, como recoge el Catecismo de la Iglesia Católica “el fundamento de la Vida cristiana, el
pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos”.
Gracias a este Sacramento, junto con mis padres que me enseñaron el amor a Dios
y al prójimo, mediante su testimonio de fe, en una familia humilde crearon la
denominada, por San Juan Pablo II, “Iglesia doméstica”. Doy gracias a Dios
todos los días por ellos, es más, os confieso que mi primera oración después de
consagrar el día al Señor y darle las gracias por ese nuevo día que me regala,
es por ellos.
Doy las gracias a Dios por muchas cosas,
por mi familia, por mis amigos y también, cómo no, por mi vocación al
sacerdocio. “Me sedujiste
Señor y me dejé seducir”, indigno por este don inmenso que sin méritos
propios Él me ha confiado y, sobre todo, porque día a día me capacita, con mis “muchos errores”, a seguir trabajando en
la viña del Señor.
Apuntando un poco más a esta pregunta, en
el momento presente doy las gracias a Dios por mandarme a esta Parroquia del Espíritu
Santo. Puedo decir junto con el salmista,
“Me ha tocado un lote hermoso y me encanta mi heredad”. Solo puedo decir al
Señor: Gracias, gracias y gracias.
2.- ¿Cómo va su aterrizaje en la
parroquia, como vicario parroquial, desde que nuestro párroco leyó su
nombramiento en la primera misa del domingo 3 de septiembre de 2017?
Me encuentro
ante una realidad pastoral con un amplísimo campo de evangelización. Es loable la labor de los pastores que han anunciado
el Reino de Dios en esta porción de la viña del Señor. La Parroquia del Espíritu
Santo goza, en la Archidiócesis de Sevilla, de buena fama por ser una comunidad
viva y dinámica. La verdad, es que es una dicha tener como Párroco a D. Antonio
Vergara. Gracias a él, este aterrizaje está siendo mucho más llevadero. Su
disponibilidad, su amabilidad, su comprensión, sus atenciones y sus muchas
virtudes que Dios le ha regalado están siendo para mí no solo motivo de escuela
sacerdotal, sino también escuela para intentar que esta Parroquia conozca y viva el Amor a
Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
Soy consciente de que es una feligresía
muy amplia y extensa. Esta parte del pueblo de Mairena del Aljarafe es muy
diversa. No obstante, he sido cura de un pueblecito también del Aljarafe que
nada tiene que ver con esta Parroquia, ni mejor ni distinta, sino diferente. La
Iglesia, afirma San Agustín, “es un
jardín todo lleno de flores distintas”, pero todas necesarias.
La gente de la Parroquia es muy amable y
servicial, tienen mucha paciencia conmigo, en estos momentos de aterrizaje
entre vosotros y la verdad es que… ¡No se para, gracias a Dios!
Poner en marcha un nuevo curso pastoral requiere mucha dedicación y trabajo,
cuadrar fechas, temarios de formación… Intento colaborar con el muy buen equipo
de laicos, coordinadores…
Pero la verdad es que muy positiva, solo
pido que tengan paciencia conmigo, hasta que conozca a todas las personas que componen
esta comunidad parroquial.
3.- ¿Y con su otra misión pastoral, como
capellán del Monasterio la Inmaculada Concepción de Mairena del Aljarafe?
Decía San Juan Pablo II que “la Iglesia tiene dos pulmones, uno de Ellos
es la vida contemplativa y la otra la vida activa”. Dentro de este pulmón
tan importante, la Iglesia me ha encomendado la misión de ser capellán del
Monasterio de la Inmaculada Concepción. Es todo un placer empezar mi
jornada celebrando la Eucaristía en aquel convento, junto con su
comunidad religiosa, tan atenta y servicial. No es la primera vez que la
Iglesia me encomienda la misión de ser capellán de un convento de clausura. Ya
lo fui en el Convento de Madres Carmelitas de Sanlúcar la Mayor, y os confieso
que cada día valoro más la vida contemplativa.
Ante una sociedad que solo valora el
actuar, ellas me enseñan desde su entrega y oración,
que antes del actuar tenemos que “ser”. Y ese ser se fundamenta en el estar con El señor. Es toda una gracia de
Dios contar en nuestro pueblo con un convento de clausura y saber, sentir,
tener experiencia de la oración silenciosa de estas mujeres que continuamente
piden por nosotros.
4.- Siendo Mairena del Aljarafe un pueblo
de gran arraigo mariano, y ya que es usted un gran amante de la Virgen María, ¿qué
aspectos nos quiere destacar sobre Ella?
No se puede
separar mi vida cristiana sin el amor a la Virgen Santísima. Como hijo de Ciudad Real, la Mancha también tierra de
María, mis padres me enseñaron el amor a
la Virgen María. Sobre todo en esa advocación tan querida por todo hijo de
Ciudad Real y su provincia como es Nuestra Madre y Señora del Prado. Mi vida no
se puede entender sin Ella. A Ella he acudido y acudiré sin
cesar en todos los momentos de mi vida. Ella, desde su Basílica
Catedral, me ofrece a su Hijo Jesucristo, que porta en sus benditas manos. Este
año he tenido la suerte de colaborar, desde otro punto de vista, con un buen grupo de chavales jóvenes, en la
procesión extraordinaria en el pasado mes de mayo, con motivo de su Coronación
Canónica, con Bula Papal de Pablo VI. Fueron unas jornadas llenas de amor y de
oración para Nuestra Madre y Señora del Prado.
También pertenezco a varias hermandades
de penitencia de Ciudad Real. Entre ellas, destaco la Hermandad de la Flagelación
de Nuestro Padre Jesús de la Bondad y María Santísima del Consuelo, otra
advocación mariana muy arraigada en mi vida cristiana. La Virgen del Consuelo
ha servido para mí, como ese punto de arranque para sentir la llamada del
Señor. Gracias a Ella, tomé contacto con el Párroco D. Eugenio Sánchez Vega,
que fue mi director espiritual y del que Dios se sirvió con su enfermedad, para
que yo descubriera que Cristo me estaba llamando.
La Virgen del Consuelo me ayuda a
peregrinar todos los Miércoles Santos por las calles de la ciudad que me vio
nacer. He sido su acólito, su nazareno y en estos últimos años
su diputado de tramo. Amén de todo aquello que esa, mi querida
hermandad, ha necesitado de este pobre sacerdote.
Otra de las devociones que me ayudan en
esta mi Archidiócesis es la Santísima Virgen de la Esperanza Macarena. Sevilla
tiene asfalto de esperanza. Al tener mi madre en Ciudad Real, un servidor,
contempla en la Virgen que ríe y llora su pena, a mi propia Madre.
El rezo del
Ángelus, del Santo Rosario y toda la piedad mariana me ayuda a estar unido a la
Madre que me lleva al Hijo. No nos cansemos de
querer a la Virgen Santísima: Ella es la Puerta del Cielo, aquí incluso en la
Tierra, Ella nos lleva a Jesucristo.
Y sobre todo, como afirma el Concilio
Vaticano II, el cristiano está llamado a imitar a Nuestra Madre
del Cielo. En su aptitud contemplativa, “meditaba todas las cosas en su corazón”; en su servicio, “se puso en camino y fue aprisa a la montaña
a servir a su pariente Isabel”; en su confiar y aceptar la voluntad del
Señor, “aquí está la esclava del Señor,
hágase en mí según su Palabra”; en el estar junto al crucificado, “estaba al pie de la Cruz su Madre”; en
la comunión, “junto con los apóstoles”…
5.- ¿Qué Santos y santas le sirven principalmente
de inspiración para su testimonio cristiano de vida en la fe?
Los Santos nos ayudan a quitar de
nosotros esa tentación de que es muy difícil, incluso imposible, hacer vida el
evangelio de Cristo. Muchas veces, ante las áridas palabras del
Evangelio, ellos nos ayudan a llevarlas a nuestra vida diaria. Personas
como nosotros, cada uno en su tiempo, han sabido vivir y extender el Reino de
los Cielos.
Además, Ellos son intercesores y amigos
nuestros. Cada uno nos enseña algo y dicen a nuestro mundo de hoy su mensaje de
que el Espíritu Santo, en ese momento determinado de la historia, le dicto para
llevar más almas a Cristo.
En mi vida personal son algunos los que
me ayudan continuamente. Quiero destacar a la Madre de los Pobres, a Santa Ángela de la Cruz por como haciéndose pobre, llevó a
los pobres, con su actitud heroica, a Cristo, no sólo con asistencia material,
sino también espiritual. El amor a los enfermos, el descubrir en ellos el
rostro del crucificado…
Santa Teresa de
Jesús me ayuda en la vida de oración. Quiero recordar que la
Santa Doctora regaló a Ciudad Real, en el pueblo de Malagón “un palomarcico de la Virgen“, y fue su
tercera fundación.
San Juan de la
Cruz, ”poeta
del amor divino”, me enseña el camino hacia la humildad, a entender esas
purificaciones que Dios permite para nuestro bien y a entender esas noches
oscuras que sufrimos muchas veces.
El Padre Pío de Pieltrecina,
con su vida sacramental, me ayuda a no tener pereza en sentarme en el
confesionario, a vivir la Eucaristía como manda mi Madre la Iglesia y a
preparar las homilías con el amor y la piedad que requiere.
Mi paisano San Juan de Ávila,
apóstol de Andalucía y Patrón del Clero español y por supuesto los mártires,
especialmente D. Narciso Esternaga y su secretario D. Julio Melgar, que en
tiempos de odio ofrecieron su vida por amor a Jesucristo y por su pueblo.
Leer sus biografías y meditar sus
escritos es un autentico regalo, sobre todo, como decía al principio, para a
vivir el Evangelio y amar a Jesucristo y a nuestros hermanos.
6.- Ya ha realizado misiones pastorales
en varias parroquias de la Archidiócesis; comparta con nosotros su definición
testimonial de lo que es la Iglesia.
En Villamanrique y en Cazalla de la
Sierra, siendo seminarista, tomé contacto con la realidad pastoral que el Señor
me encomendaba. Fueron años preciosos, que servían, después de toda la semana
pendiente al estudio y a la oración, como respiro y como motivación en mi
caminar hacia el sacerdocio tomado contacto con las comunidades parroquiales y
con sus sacerdotes.
En Carmona, después de ordenarme Diácono,
estuve en la Iglesia Prioral de Santa María. Un año precioso, ya que tuve mis
primeros bautizos, matrimonios, entierros, homilías…
Una vez recién ordenado estuve ocho meses
en la sierra, en Puebla de los Infantes. La experiencia en la sierra para un
sacerdote ayuda para afianzarse más en su vocación y unirse más al Señor.
Muy pronto, la Iglesia me encomendó la
Parroquia de la Asunción de Huevar del Aljarafe; me designó capellán de las
Carmelitas de Sanlúcar la Mayor y el Arciprestazgo de Pilas.
Las experiencias
en cada una de ellas fueron hermosas y desafiantes. Cada realidad distinta,
pero viviendo la comunión con la Iglesia. Tengo
que destacar, entre ellas, la de Huévar del Aljarafe. En Ella tuvimos que
iniciar, con la Gracia de Dios, prácticamente todo. Desde los grupos pastorales
(reforzar Cáritas, Catequistas…), hasta la formación de ellos, inclusive las
Hermandades y Cofradías. La visita a los enfermos era semanal, horario de
despacho, obras en la casa rectoral, salones parroquiales, sacristía,
ornamentos litúrgicos, capilla del Santísimo Sacramento y, sobre todo, la
urgente obra de la techumbre de la hermosa Iglesia de Huévar del Aljarafe.
Dios se sirvió de este motivo para unir a
la comunidad parroquial. Evidentemente, poniendo el acento en la oración y en
la confianza en el Señor, ya que “si el
Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”. Estoy muy
agradecido a este pequeño pueblo del Aljarafe sevillano, soy consciente de que
me tocó poner orden en el desorden, pero la verdad es que quedó una parroquia
como “una perita en dulce”, donde la
gente se confesaba, vivía la Eucaristía, la Exposición del Santísimo
Sacramento, el movimiento juvenil, las catequesis que se adaptaban al nuevo Directorio
de la Iniciación Cristiana, el descubrir en la Piedad Popular un cauce para
llegar a Jesucristo, quitando el riesgo de convertir la Religiosidad Popular en
más popular que religiosa y en más religiosa que cristiana.
Muy contento con el grupo de Cáritas,
unidos a la Caritas Diocesana y sirviendo a los pobres y necesitados de la
Parroquia como la necesidad más urgente
dentro de nuestra comunidad. Huévar, para mí, ha sido “ese niño travieso”, que
por ser travieso se le quiere más.
7.- ¿Cómo nos recomienda que participemos
más activamente de los Sacramentos, de la Oración y de los grupos de la
pastoral parroquial?
Desde el punto
de vista del amor. Dice Benedicto XVI: “Hemos creído en el amor de
Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida.
No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por
el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte
a la vida y, con ello, una orientación decisiva.”
Ese Amor nos lleva a encontrarnos con una
persona viva, que es Jesucristo, cuyo corazón palpita en nuestro Sagrario y nos
espera para ofrecernos, en su silencio, su Amor Misericordioso. El mundo de hoy
necesita de oración, de silencio. No me gusta nada como algunos cristianos,
para encontrar la paz interior, utilizan otros métodos que nada tiene que ver con
el cristianismo. La oración es fuente de paz, no nos evade de la realidad, sino
que nos ofrece un punto de vista cristiano para afrontar las contrariedades de
nuestra vida.
¡No hay
cristiano sin Cristo! Y en la Eucaristía.
Estamos cansados de escuchar la falacia de que para ser buenas personas no hace
falta “ir a Misa”, claro que no. Nosotros no solo anhelamos ser buenas
personas, sino que damos un paso más, estamos llamados a la Santidad. Y para
ello necesitamos de la Eucaristía “fuente
y culmen de la vida cristiana”, afirma el Concilio Vaticano II.
Es Cristo quien se ofrece en cada
Eucaristía, nos espera y anhela que su pueblo se alimente con el pan de la
palabra y el pan eucarístico.
Y para conocerlo, tendremos que
formarnos, “para dar motivos de
esperanza” en nuestra sociedad. Para eso están las catequesis, para
ayudarnos en nuestra formación cristiana, niños, jóvenes, adultos y mayores. Y
gracias a esos grupos parroquiales el cristiano se va integrando en la
comunidad parroquial que peregrina en Mairena del Aljarafe, se da cuenta que no
está solo en su camino y puede compartir su fe con tantos hermanos que también
intentan vivir su fe.
8.- Hablemos sobre la necesidad de la
vocación, a través de sus vivencias desde la infancia con las Hermanas de la
Cruz.
Soy de la opinión del Señor Arzobispo de
Sevilla, cuando afirmó, en cierta ocasión, que este invierno vocacional se debe,
en cierto modo, a la pérdida de la Dirección Espiritual y de la práctica del
Sacramento de la Reconciliación. Dios sigue llamando a la puerta de muchos
corazones; solo hay una clave: dejarlo a Él que entre en tu
vida.
Para ello, también los jóvenes de hoy
necesitan tener como referentes a miembros de la Iglesia que se mantengan
fieles a su vocación, a pesar de su condición pecadora. El joven que
ingresa en el Seminario no lo hace porque sigue a determinado sacerdote; lo
hace porque siente la llamada de ese Dios Amor que lo invita a estar con Él.
Importantísimo la oración de la comunidad
cristiana, “Pedid al dueño de la mies,
que mande obreros a sus mies”.
En mi caso, como he señalado antes, las
Hermandades y Cofradías, el testimonio y dirección de sacerdotes y el
testimonio de vida de las hermanas de la Cruz fueron verdaderos alicientes para
entregar mi vida.
En las Hermanas descubrí lo que ofrecía
Dios a través de la vida de pobreza, de entrega, sacrifico, oración, de
servicio… La felicidad. Ellas, no teniendo nada, lo tienen todo, a Dios, que es
El que colma la felicidad del hombre. Sirven a los enfermos, a los
pobres y necesitados, como si del mismo Cristo se tratara y, sobre todo, me
llamaba mucho la atención, con la alegría que lo hacían. De ellas
aprendí a rezar la liturgia de las horas. Recuerdo como la Hermana Paloma del
Rocío, actual Hermana Superiora de la Comunidad de Ayamonte, se pasaba largas
horas hablando conmigo y enseñándome a utilizar ese breviario, explicándome los
Salmos, el sentido de santificar las horas que Dios nos regala…
9.- Ha impartido varias conferencias
sobre espiritualidad, ¿por qué esta es una dimensión tan importante para la
vida?
El mundo de hoy, ante tanto amor al
materialismo, necesita tomar contacto con su Creador, que es el único que calma
sus anhelos. Por eso necesitamos tomar directrices
para nuestra vida diaria; el mundo, más bien lo mundano, ofrece un
amplio abanico de posibilidades que, con el mal uso de nuestra libertad, lleva
a muchas personas a fracasar en sus vidas, a ser infelices y así sus vidas
pierden el sentido. En la contemplación de la Palabra de Dios, “como si presente me hallara”, en esa
máxima de San Ignacio de Loyola, “en el
tratar de amistad con Quien sabemos nos ama”, como dice la Santa andariega,
“en el mirarlo y sentir que Él me mira” sentimos cómo nos ama Dios y cómo nuestras
vidas van adquiriendo un sentido pleno.
Para ello, nuestros templos necesitan de
silencio exterior y nuestras vidas de silencio interior. Nuestra Parroquia es
un templo de puertas abiertas, ofrece la posibilidad de estar con el Señor
cuando nosotros queramos. Los jueves, Cristo nos espera,
tanto por la mañana como por la tarde. Animo desde aquí a todos los feligreses
a que aprovechen todos los medios que nuestra Parroquia ofrece para que estemos
con el Señor y tengan experiencia de oración.
10.- Aunque nos bendiga como comunidad a
través de los Sacramentos y como sucedió con este ciclista solidario de Huévar,
¿a quiénes y por qué recomendaría recibir la bendición personal?
Somos hijos de una bendición. Esa foto,
concretamente el pasado 22 de septiembre, cumplió un año. Un componente de la
Hermandad de la Borriquita, mi querido Isi Borrego, decidió hacer el camino
hacia Santiago de Compostela, desde Huévar del Aljarafe, en bicicleta. También,
dentro de la denominada por San Juan Pablo II “Fantasía de la caridad” decidió, para ayudar a todas las
asociaciones con fines caritativos de ese pueblo, el denominado kilómetro
solidario. Con ello, su peregrinar y su esfuerzo adquirió un sentido
verdaderamente cristiano.
Fue motivo de alegría, que en la mitad de
su jornada recibiera la bendición del que fue su párroco y amigo.
Necesitamos
todos la bendición de Dios. Bendición para los
pobres, para los enfermos, para los padres, para los niños, para los jóvenes,
para los ancianos… ¡Para todos!
La bendición en nuestra vida cristiana
también ha entrado en crisis. Nos avergüenza, por ejemplo, bendecir todos los
días la comida, y más si estamos en lugares públicos. Animo a que esta
bendición se haga presente en todos los acontecimientos de nuestra vida.
11.- ¿Qué es lo que quiere decir a los vecinos
de Mairena del Aljarafe desde estas líneas?
El día de mi presentación fui breve y
conciso: “Vengo del pueblo de la Virgen
del Prado y tierra de mártires”, es decir que, como María,
pongamos en el epicentro de nuestra vida al Señor. Cuando un
cristiano ama profundamente a Dios, ama al prójimo, especialmente a los pobres
y necesitado, “la caridad de Cristo nos
urge”, afirma San Pablo.
En el campo martirial, los mártires nos
enseñan a ofrecer nuestras vidas continuamente, con alegría y con esperanza,
siendo testimonios del Amor de Dios, que nos perdona por medio del Sacramento
de la Penitencia y nos llama a perdonar a los demás.
A trabajar todos unidos, como “el racimo a la vid”, amándonos los unos
a los otros. El testimonio de los primeros cristianos así lo pone de
manifiesto, muchos creyeron porque se fijaron “cómo se amaban”, evitando divisiones, afanes de protagonismos, críticas
(uno de los grandes males, que según el papa Francisco tiene la Iglesia). Todos
formamos la Parroquia cuyo fin es evangelizar, sin vergüenza, sin complejos…
Participando de la Eucaristía,
fortaleciendo nuestros lazos con el Señor, meditando su palabra, viviendo el
silencio en el interior de nuestro templo donde Dios “habla a voces”.
“Tiempos
recios nos ha tocado vivir”, como diría Santa Teresa, pero tiempos
apasionantes, sin caer en la desesperanza ni en el desaliento. No me gusta nada
la negatividad en la vida de un cristiano, lo tenemos que afrontar con la
esperanza y con la alegría, con la fuerza del amor, y siento su Amor, “nos amó
hasta el extremo “, apunta el Evangelio.
Y también
pediría, en último lugar, que pidierais por mí: Para que nunca me suelte de la
mano de Cristo y por intercesión de la Santísima Virgen sepa ser “un pobre obrero de la viña del Señor”.
Muchísimas gracias y que Dios os bendiga.