Misas para los días 29 y 30 de abril de 2016:
- Sábado, a las 20:00 h.
- Domingo, a las 10:00, 11:30 y 13:00 h.
Lectura del Santo
Evangelio según San Lucas 24, 13-35:
Aquel
mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban
caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén nos sesenta
estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él
les dijo: “¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?”.
Ellos
se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le
respondió: “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha
pasado allí estos días?”.
Él
les dijo: “¿Qué?”.
Ellos
le contestaron: “Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras
y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos
sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya
estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres
de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues habiendo ido muy de mañana al
sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso
habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los
nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las
mujeres; pero a él no lo vieron”.
Entonces
él les dijo: “¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?”. Y
comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se
refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron
cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero
ellos lo apremiaron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día
va de caída”. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos,
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se
les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y
se dijeron el uno al otro: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por
el camino y nos explicaba las Escrituras?”.
Y,
levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: “Era verdad, ha
resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”. Y ellos contaron lo que les
había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del
Señor.